Guillermo
Rendueles Olmedo, Doctor en medicina, psiquiatra, profesor y
escritor. Nació en Gijón (Asturias) en 1948.
Su
obra se centra en la crítica de la psiquiatría ortodoxa, la teoría
social y la política radical. Según sus palabras: “La
antipsiquiatría preveía un futuro perfecto y no se cumplió, más
por la insolidaridad social que por el modelo» «El psiquiatra ni
cura, ni enseña a vivir, ni absuelve de pecado»
Familia
Su
padre era profesor y dirigía la Academia España de Gijón. Se casó
con María Jesús. Tiene dos hijos.
Formación
Realizó
los estudios de bachillerato en la Academia España de Gijón, que
dirigía su padre y en el Instituto Jovellanos. Licenciado en
medicina por la Universidad de Salamanca (1971) y Doctor en
medicina por la de Sevilla (1980) con una tesis sobre la izquierda
freudiana.
Trayectoria
profesional como psiquiatra
Inició
su trayectoria profesional en 1972 como médico residente en el
Hospital Psiquiátrico de Oviedo. Allí participó en un movimiento
antipsiquiátrico que promovió la transformación de la asistencia a
los enfermos mentales, lo que provocó una dura represión del
gobierno franquista y el despido de la mayoría de médicos de ese
centro.
Como
consecuencia de ello tuvo que realizar como represaliado el servicio
militar en la Marina “La mili me hizo visceralmente
antimilitarista, sentimiento que desarrollé años después, cuando
mi hijo se hizo insumiso”.
Una
vez licenciado continuó participando en los movimientos de
renovación psiquiátrica en el Hospital Psiquiátrico de
Ciempozuelos y el Hospital Provincial de Gerona, donde estuvo cinco
años. Desde 1980 trabaja en Asturias como psiquiatra del
Insalud.
Docencia
Entre
1980 y 1989 fue Profesor asociado en la Facultad de Filosofía de
la Universidad de Oviedo. En 1989 se incorporó a la UNED como
profesor tutor de Psicopatología en el centro asociado de Gijón.
Iniciativas
Ha
sido impulsor de la Asociación Española de Neuropsiquiatría,
a cuya directiva ha pertenecido.
Publicaciones
Los
textos de Guillermo Rendueles se mueven sin solución de continuidad
entre, por un lado, la reflexión social y política y, por otro, una
amplia variedad de temas psiquiátricos y psicológicos.
Tiene
escrito una docena de libros y casi un centenar de artículos en
distintas revistas. Por algunos de esos trabajos ha sido premiado por
la Real Academia Española de Medicina (1982) y por la
Asociación Española de Neuropsiquiatría (1983). Además, escribe
regularmente en el periódico asturiano La Nueva España.
Principales
libros publicados.
- 1989: El manuscrito encontrado en Ciempozuelos,
- 1990:Las esquizofrenias,
- 1991: Las psicosis afectivas,
- 1991: Las neurosis,
- 1993:La locura compartida,
- 2005: Egolatría
Participación
política
En
su juventud fue militante del Partido Comunista de España (PCE), y a
principios de los años noventa del siglo XX, tras cierto tiempo
apartado de la actividad política, participó en los grupos
antimilitaristas que promovían la insumisión y volvió a
colaborar con colectivos y medios de comunicación de la izquierda
radical.
Entrevista
En
2009, publicó en el periódico digital Kaos, una amplia entrevista,
que vale la pena leerla en su integridad de la cual se han
entresacado estas tres preguntas:
¿Qué
tipo de enfermedades mentales trata la psiquiatría?
“En
alguna ocasión he manejado la metáfora de que la psiquiatría como
coche escoba de la medicina social, como práctica de cuidados que
recoge todos los malestares que no caben en las categorías
científico- naturales de la medicina o los recursos sociales.
La
medicina ofrece demagógicamente una definición de salud como “un
estado de bienestar y realización físico–psíquica” para toda
la población .Como es obvio que vivimos en una sociedad llena de
sufrimiento y malestar no reparables por tratamientos médicos ni
ayudas sociales, cuando un dolor o una queja no tiene un substrato
anatómico clínico demostrable o es imposible de encuadrar en las
pedagogías sociales se le etiqueta como enfermedad psiquiátrica y
se le trata con ansiolíticos y antidepresivos que efectivamente
acallan el dolor.
Todo
ello para no confesar la impotencia del llamado estado del bienestar
para ofrecer una vida buena . El niño no educable en la escuela
acaba en el psiquiatra . El ama de casa quejica de dolores a los que
no se le encuentra causa física el psiquiatra la etiqueta de
somatizadora y le da ansiolíticos. El comercial que no duerme y
abusa del alcohol de nuevo ansiolíticos. Todo con tal de no
cuestionar la escuela, el hogar o el comercio como focos de
alienación y mala vida que hay que transformar o destruir.
De
ahí que la practica psiquiátrica sea una práctica muy pretenciosa:
ofrece mejoras para toda clase de males y desde luego promesas que
luego no puede cumplir. Como el Bálsamo de Fierabrás los
psiquiatras ofrecen remedios para toda clase de situaciones:
dirección del duelo para las catástrofes o la muerte de algún ser
querido, enfrentamiento al estrés laboral, dolor de enfermedades
reales pero de causa desconocida como la esquizofrenia o los
trastornos afectivos.
Todo
acaba en un totum revolutum llamado psiquiatrización de la vida
cotidiana. De ahí que la sala de espera de un psiquiatra sea un
lugar singular donde coexisten desde malestares banales secundarios a
la vida cotidiana con los sufrimientos más atroces de las psicosis o
las grandes depresiones que terminan en el suicidio.
Para
todos tiene el psiquiatra una palabra como un cura o una pastilla
como un médico o una rehabilitación como un masajista-
¿Y
qué relación, si existiera, observa usted entre la psiquiatría y
la psicología?
“Los
dos gremios compiten en ofrecer remedios que psiquiatrizan o
psicologizan la vida cotidiana Ambas profesiones se proponen como
remedios para todos esos malestares que van del nacimiento a la
muerte.
La
gente ha sido desposeída de sus saberes comunes para criar hijos,
para el sexo, para envejecer, para luchar contra la explotación
laboral y necesita técnicos que provistos de saberes psi le enseñen
a vivir.
Psicopedagogos
para criar hijos sanos mentalmente, sexólogos para concebirlos,
psicólogos para hacer duelo por la muerte de los deudos,
gerontopsicólogos para envejecer saludablemente y neuropsiquiatras
contra el mobbing.
Los
psicólogos limitan ese enseñar a vivir, limitan estas curas de la
vida a palabras y los psiquiatras ofrecen además pastillas que hacen
distanciarse a los sujetos de la situación invisible y con ello a
tolerar mejor el dolor vital.
Ambos
ofrecen lo que no pueden dar: remedios técnicos para resolver
sufrimientos sin romper los marcos de la situación que genera esos
dolores y que no son otros que individualismo o el mercado.
La
lucha por atender a las poblaciones emergentes que buscan amo
psiquiatrizador entre ambos gremios es patética por parte de los
psicólogos que piden intervenir en los centros de salud con
argumentos muy cercanos a la antipsiquaitría de los años 70 –la
enfermedad mental no es una enfermedad como las otras afirman con
justicia – pero afirmando que es el gremio psicológico con sus
variadas escuelas y no las redes populares quien pueden romper esa
malaria urbana que hoy constituyen las quejas encuadrables en lo
psicológico o psiquiátrico.
Entonces,
¿psiquiatrizar y psicologizar son, según usted, tareas muy
próximas?.
Efectivamente.
En el sentido señalado de psiquiatrizar y de psicologizar, son
tareas similares. No se trata de sustituir una práctica psiquiátrica
por una psicológica sino de salirse de ambas redes que limitan los
análisis y soluciones populares al egoísmo y al calculo afectivo
que hoy domina la ideología popular y que psiquiatras y psicólogos
refuerzan como aparatos del estado que son.
Ante
un duelo o un despido ambos discursos recurren a metáforas
economistas para formular sus tratamientos: desinvertir afectos del
muerto o el trabajo perdido, volver a invertirlos.
Cualquier
situación se enmarca por ambos gremios en las oscuras aguas del
calculo egoísta que decía Marx. No conozco a nadie que haya ido al
psicólogo y le haya preescrito la lucha solidaria contra sus males
sino cuidar de sí en el marco intimista.
Nadie
que no haya ido y no le hayan dicho que él no puede arreglar el
mundo ni tiene culpa de sus desarreglos y que se afane al carpe diem.
De hecho leer un manual de autocuidado es una incitación al egoísmo
y muchos de los manuales para mujeres una auténtica agresión a
sentimientos altruistas: aprender a decir no, no amar demasiado,
calcular bien el intercambio afectivo para no salir defraudadas. En
fin, una especie de buen inversor no sólo en la bolsa sino en la
casa o la cama .
Depsiquiatrizar
o depsicologizar la vida cotidiana supone recuperar un saber común
que antes tenía la mayoría de la gente para gestionar las
situaciones de sufrimiento o conflicto sin recurrir a unos técnicas
psi o una pastillas con dudosa o excesiva eficacia (las pastillas
psiquiátricas son a veces demasiado eficaces y permiten tolerar
situaciones intolerables adormeciendo los sentimientos que permiten
cambiarlas).
Para
escuchar penas o aconsejar con prudencia cualquiera de nuestro
entorno sirve menos un profesional psi que no comparte valores ni
sentimientos y por ello los enmarcara en sistemas ideológicos de la
escuela a la que pertenezca.
Autor: Feliciano Robles
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