Carolina del Castillo Díaz, pintora. Nació en Gijón (Asturias) en 1867 y murió en la misma ciudad en 1933 a los 66 años de edad.
Fue una de las primeras mujeres que destacaron en la pintura en Asturias en el primer tercio del siglo XX.
Familia. Nació en el seno de una familia acomodada, hija del matrimonio formado por Justo del Castillo, ingeniero industrial, y Carolina Díaz de Calderón Cifuentes. Se casó en 1890 con el médico militar Gonzalo del Campo del Castillo, con quien tuvo seis hijos. dos de los cuales murieron siendo niños.
Formación. Desde niña se sintió atraída por la pintura, el dibujo y la música, aunque no fue hasta la madurez de su vida, en 1906, tras el fallecimiento de uno de sus hijos (Felípe), cuando se volcó de lleno en la pintura, que había estado adormecida durante unos años tras su matrimonio. Pero esta vez ya no pintaba de forma autodidacta, sino siguiendo lecciones del pintor José Nicolau Huguet, amigo de su marido.
Seudónimo. Los cuadros pintados durante sus inicios en Asturias, los firmaba con el seudónimo de Krol-Ina y muestran a una pintora que ya había asimilado todo cuanto podía brindarle el estrecho mundo pictórico de su maestro y de su ciudad en aquel momento,
Madrid. La intención de dar a sus hijos estudios superiores, decidió en 1914 trasladarse a Madrid con su familia. En la capital entró en contacto con los maestros del Museo del Prado y con todo el mundillo artístico del momento, tan distinto del de su ciudad natal.
Recibió clases del pintor valenciano Cecilio Pla, artista prestigioso en aquellos años, y pronto trató de darse a conocer públicamente.
Durante los cerca de veinte años que residió en Madrid no faltó a su cita veraniega con su tierra natal, en la finca que poseía en Jove, en las afueras de Gijón, y en la que murió poco tiempo después de haber regresado definitivamente a su tierra.
Exposiciones. En 1908 concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes con su obra “El alma de la casa” que mereció una mención honorífica.
Volvió a este mismo certamen en 1910 y 1912 y acudió igualmente a otros muchos, entre ellos la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza (1908), de nuevo con mención honorífica, la Exposición de Autorretratos de Barcelona (1909) o la de Santiago de Compostela, donde obtuvo la medalla de bronce.
No faltó tampoco en 1920 y 1921 al Salón de Otoño madrileño, un certamen instituido para fomentar las nuevas tendencias frente al tradicional academicismo de las muestras oficiales.
Tras su fallecimiento se hicieron las siguientes exposiciones:
1967: Homenaje en el centenario de su nacimiento. Ateneo Obrero de Gijón.
1977: Exposición Homenaje. Museo de Gijón Casa Natal de Jovellanos.
1986: Exposición Homenaje. Mujeres artistas asturianas. Museo de Bellas Artes de Oviedo
París. Un hecho de carácter familiar —la visita a un afamado médico para tratar una enfermedad de su hija— le dio oportunidad de viajar a París, donde, además del Louvre, pudo conocer directamente la obra de los maestros del impresionismo, un movimiento ya caduco en aquel momento, pero por el que sentía un gran interés.
Estilo. Fue una de las primeras mujeres artistas pertenecientes a la AEPE (Asociación Española de Pintores y Escultores) y la primera artista asturiana que afrontó el tema de desnudo en sus cuadros.
Carolina del Castillo cultivó casi todos los temas: paisajes, bodegones, retratos, desnudos, escenas de interior. En todos ellos, especialmente en el paisaje, puede apreciarse una clara evolución, desde la ingenuidad y sencillez de su etapa gijonesa hasta la influencia de los postulados impresionistas que reflejan sus obras a partir de su llegada a Madrid.
Tuvo especial predilección por el retrato, género que cultivó con profusión, si bien aquí siempre se mantuvo dentro de una línea más academicista.
Obra. Entre sus obras cabe citar los paisajes del parque del Retiro y de los alrededores de su finca de Jove, varios autorretratos y retratos, como “Mujer con mantilla” diversos desnudos y escenas de interior, como la serie “Curiosidad” o “Lección de música”.
La mayor parte de su encuentra en poder de sus familiares, porque no quería vender sus cuadros. El Museo de Bellas Artes de Oviedo, el museo Jovellanos de Gijón, la Universidad de Oviedo, y el Ayuntamiento de Gijón tienen también alguna de sus obras.
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